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«La polémica práctica agrícola: México utiliza excremento humano como fertilizante en sus campos»


El abono de excrementos humanos gana popularidad en Japón debido a la subida de precios de los fertilizantes químicos causada por la guerra en Ucrania. Conocido como «shimogoe», este abono es barato, ecológico y se basa en una tradición centenaria en Japón.

Durante mucho tiempo, el uso de excrementos humanos para fertilizar los cultivos fue común en el país, pero con el desarrollo de sistemas de alcantarillado y abonos químicos, esta práctica fue desapareciendo. Sin embargo, hace unos diez años, las plantas de tratamiento de aguas japonesas comenzaron a considerar la posibilidad de volver a utilizar esta técnica, principalmente debido al problema de eliminación de los lodos de depuración de aguas residuales, que es costoso y puede ser perjudicial para el medio ambiente.

La invasión rusa a Ucrania y el aumento del costo de los fertilizantes químicos han hecho que la idea de utilizar el «shimogoe» gane popularidad en Japón. En la ciudad de Tome, una empresa que produce este abono experimentó un aumento del 160% en sus ventas en el año fiscal terminado en marzo, agotando incluso sus existencias.

Este abono se compone de una combinación de lodos de residuos tratados y heces humanas de fosas sanitarias, y se vende a un precio de 160 yenes por 15 kilos, diez veces menos que los fertilizantes importados. Su uso se ha duplicado o triplicado en diferentes municipios de Japón, como Saga, en el suroeste del país.

El «shimogoe» fue ampliamente utilizado en Japón durante el período Edo, donde se estima que Tokio producía alrededor de 500 mil toneladas de este abono al año. Ante la preocupación por la seguridad alimentaria debido a la invasión rusa a Ucrania, el gobierno japonés ha alentado el uso de este tipo de abono y se ha fijado el objetivo de duplicar su uso para 2030.

Aunque el abono humano es una alternativa económica y ecológica, también presenta algunos desafíos. El olor es uno de los principales problemas, lo que limita su uso en áreas cercanas a viviendas. Además, se requiere una mayor cantidad de abono en comparación con los fertilizantes químicos clásicos, lo que puede ser una carga de trabajo adicional para los agricultores.

Otro desafío es la imagen de marca del producto, ya que el término «shimogoe» se traduce literalmente como «abono procedente del trasero de una persona». Algunos agricultores consideran que un sistema oficial de certificación sería útil para promover sus productos y mejorar su imagen.

En resumen, el abono de excrementos humanos está ganando popularidad en Japón debido a su bajo precio y beneficios ecológicos. A pesar de algunos desafíos, como el olor y la imagen de marca, el gobierno japonés está promoviendo su uso para garantizar la seguridad alimentaria y reducir la dependencia de los fertilizantes químicos importados.


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