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«Elena Sánchez Valenzuela: La heroína que rescató la memoria del cine mexicano»


La popularidad del cine durante los primeros 20 años del siglo pasado hizo que se realizaran decenas de películas, las cuales tenían un paso efímero por las salas y, posteriormente, caían en el olvido.

La conservación no era considerada una prioridad para un entretenimiento que aún no se quitaba la etiqueta con la que nació, la de ser una “atracción de feria”, como los propios hermanos Lumiere la habían llamado.

En 1918, se estrenó en las salas del país “Santa”, adaptación cinematográfica de la exitosa novela de Federico Gamboa, la cual fue dirigida por Luis G. Peredo y protagonizada por una joven actriz llamada Elena Sánchez Valenzuela.

Hija de un reconocido periodista de la época, la trascendencia de Sánchez Valenzuela fue más allá de su corta carrera en la actuación, pues fue una de las primeras impulsoras del resguardo de las películas que se realizaban en la época.

Se dice que Elena debutó en el cine contra la voluntad de su padre. A pesar de ello, consiguió participar en dramas de gran fama en la época, además de la ya citada “Santa”, como “La llaga”, “El escándalo” y “En la hacienda”, la cual se estrenó ante el presidente Álvaro Obregón y sería su último proyecto para la pantalla grande.

Desde 1921, Sánchez Valenzuela se dedicó al periodismo en distintos medios mexicanos, los cuales le permitieron trasladarse en 1929 a París, donde frecuentó la filmoteca del cine club local, una de las primeras instituciones fundadas para la preservación de los documentos fílmicos.

Con esa idea entre manos, la actriz y periodista vuelve al país en 1932. Cuatro años más tarde, comisionada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas, forma parte de las “Brigadas Cinematográficas”, las cuales se encargan de recopilar imágenes de la vida cotidiana en distintas entidades de la República.

Para entonces ya existía un Departamento Cinematográfico, dependiente de la Secretaría de Educación Pública, cuya labor era producir y recopilar el material fílmico de interés social. Sin embargo, según relatos de la época, sus labores no eran del todo eficaces.

Con la llegada al poder de Manuel Ávila Camacho, el Departamento Cinematográfico se transforma en la Filmoteca Nacional, con Sánchez Valenzuela al frente. Una de sus funciones específicas era la de resguardar y catalogar la memoria fílmica del país.

Durante los cinco años que estuvo al frente de la Filmoteca Nacional, entre 1942 y 1947, Sánchez Valenzuela logró acuñar una importante colección, la cual incluía documentos como cintas en las que se puede apreciar al general Felipe Ángeles, uno de los primeros rollos animados de Walt Disney exhibidos en el país y la misma “Santa”, de 1918.

En 1947, la Filmoteca Nacional pasa a manos de la Universidad Nacional Autónoma de México y, años más tarde, sentará las bases de la Cineteca Nacional.


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